I. Introducción
⌅Cuando se analiza la cultura alimentaria en Cuba hay que remontarse a la etapa precolombina. A juzgar por las crónicas de la época que se conservan y por los estudios arqueológicos recientemente realizados, los pobladores primitivos se alimentaron de diversos tipos de frutas y plantas silvestres, así como de diferentes especies del reino animal. Jutías, quelonios con sus huevos, almiquíes, majás, manatíes, patos, ostiones, moluscos y cangrejos formaban parte de la dieta de los aborígenes, junto con la iguana, reptil que constituía un manjar muy apreciado y que se reservaba para los jefes de las tribus. La riqueza de la flora y la fauna cubanas les permitió conformar un régimen de alimentación muy variado [Vázquez, 2008Vázquez Gálvez, M. (2008). «Apuntes sobre la historia de la cocina cubana». En revista Energía y Tú 44, oct.-dic., 2008. La Habana, Cuba, Ed. Cubasolar. ISSN-1028-6004.].
Se sabe que a la llegada de los españoles cultivaban el boniato (Ipomea Batatas L.), guaguí (tipo de malanga nativa cubana, Colocasia antiquorum), la calabaza (Cucurbita moschata), el maíz (Zea mays L.) y el ají (Capsicum annuumL.), así como diversos tipos de frijoles, entre los que preferían el caballero (Phaseolus lunatus L.) y el de carita (Vigna sinensis). Cultivaban también, en una mayor proporción, una variedad amarga de yuca (Manihot esculenta Crantz) con la que producían el casabe, que constituyó la base fundamental de su alimentación. Los aborígenes contribuyeron notablemente a la alimentación de los colonizadores, los que aprendieron a conocer diversos frutos, como la papaya (Carica papaya L.), la piña (Ananas comosus L.), el coco (Lecythys tyurana), la guayaba (Psidium spp.), el marañón (Corylus americana), la guanábana (Annona muricata), el anón (Annona squamosa L.), el caimito (Chrysophyllum oliviforme), la jagua Genipa Americana) y el tamarindo (Tamarindus indica L.), entre otros, y asimilaron algunas técnicas de las artes de cultivar, pescar y hacer cerámica. También conocieron algunos métodos para cocer y conservar los alimentos, como es el caso del secado de pescados y carnes, para lo que utilizaban una especie de parrilla sobre fuego que denominaban barbacoa [Vázquez, 2008Vázquez Gálvez, M. (2008). «Apuntes sobre la historia de la cocina cubana». En revista Energía y Tú 44, oct.-dic., 2008. La Habana, Cuba, Ed. Cubasolar. ISSN-1028-6004.].
A partir de la conquista comienza una larga historia, que marca la desestabilización de los ecosistemas primitivos. Los habitantes aborígenes mueren paulatinamente a consecuencia de enfermedades y del exceso de trabajo; también se dispersan para zonas aisladas y pierden su identidad racial. Mientras, los nuevos pobladores impusieron sus tradiciones y comenzaron a introducir gradualmente las técnicas de la ganadería y de la avicultura. Aves de corral, caballos, toros, vacas y cerdos comenzaron a delinear un nuevo panorama donde los antiguos y exuberantes bosques primitivos fueron cediendo espacio, paso a paso, a las plantaciones de caña de azúcar y a los potreros. También fueron importados cereales de otras latitudes como la harina de trigo, la avena y el arroz, que rápidamente se convierte, junto a los frijoles, en la base de la nueva dieta cubana. Para conservar y condimentar las comidas comienza a difundirse el uso de la canela, la nuez moscada, el clavo de olor, el jengibre y el comino, así como las hierbas aromáticas encabezadas por el ajo y la cebolla, y seguidas por el perejil, el orégano, la albahaca, el tomillo, el hinojo, el anís, la mejorana y el cilantro. Las aceitunas, las alcaparras, las pasas, los frutos secos y especialmente las almendras adquieren paulatinamente un lugar importante en la confección de los cocidos y en la elaboración de pasteles y postres nacionales. Se comienzan a introducir hortalizas como la remolacha, zanahoria, coles, rábanos y pepinos. Las tradiciones de consumo de vino, café y azúcar también llegaron de Europa, y forman parte del proceso de colonización en la esfera doméstica y cultural. Con la trata de esclavos se intensifica el consumo de bacalao, tasajo y arroz [Vázquez, 2008Vázquez Gálvez, M. (2008). «Apuntes sobre la historia de la cocina cubana». En revista Energía y Tú 44, oct.-dic., 2008. La Habana, Cuba, Ed. Cubasolar. ISSN-1028-6004.]. De la misma manera introducen procedentes de otros países americanos conquistados, el tomate, el cacao y la papa [Figueroa et al., 2005Figueroa, V.; Lama, J.; Carrillo, O. (2005). Cómo alimentarnos mejor. La Habana, Cuba, Ed. Proyecto Comunitario Conservación de Alimentos. 252 pp. ISBN 959-7098-36-9. ].
Con la llegada de los esclavos desde diferentes regiones de África, el país recibió una importante inyección de hábitos alimentarios. Muchas etnias africanas eran consumidoras de tubérculos y cereales, apreciaban poco la carne de res y preferían comer ovejas y cabras. No empleaban la leche ni los huevos. Conocían la caña de azúcar (Saccharum officinarum L.), y empleaban la miel de abejas para endulzar. Los ñames (Dioscorea spp), el quimbombó (Abelmoschus esculentus L.), la malagueta (Capsicum frutescens), la pimienta de Cayena (Capsicum frutescens L.), algunas variedades de malanga (Colocasia esculenta) y los plátanos (Musa spp) llegaron al Nuevo Mundo con los barcos negreros. Según cuenta en sus textos Don Fernando Ortiz -poeta, etnólogo y crítico literario cubano-, ellos trajeron también a la isla las ensaladas de verdolaga (Portulaca oleracea L.) y de bledo blanco (Amaranthus viridisL.), y algunos dulces elaborados con tallos de frutabomba [Vázquez, 2008Vázquez Gálvez, M. (2008). «Apuntes sobre la historia de la cocina cubana». En revista Energía y Tú 44, oct.-dic., 2008. La Habana, Cuba, Ed. Cubasolar. ISSN-1028-6004.].
Durante los siglos posteriores a la conquista se hizo más intenso ese proceso de transculturación, en el que los esclavos africanos, los culíes provenientes de China, yucatecos, árabes, europeos, norteamericanos, entre otros, marcaron las características del yantar cubano. De esta forma se va cincelando el paladar cubano en un proceso de «toma y daca interétnicas», a decir de Martha Vesa Figueras, investigadora y antropóloga cubana [ Vesa, 1990Vesa Figueras, M. (1990). «Cocina, identidad cultural y turismo». Ponencia presentada en el Taller Preparatorio de IX Congreso de la AMFORT, Villa Clara, 1990.].
Antes de 1959 el país presentaba una notable vulnerabilidad económica: se importaba, como promedio por persona al año, unas 1200 kcal y 30,4 g de proteína, representando 47 y 53 % del total disponible, respectivamente [Nova, 2019Nova González, A. (2019). «Situación de la alimentación en el mundo y en Cuba», Economía y Desarrollo (impresa), 135, (1). La Habana, Cuba, Ed. UH. ISSN: 0252-8584. ]. La Revolución Cubana contrajo el ineludible deber de distribuir los alimentos de una forma equitativa entre todos los ciudadanos, lo que marcó, junto al bloqueo económico decretado por el gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica, el inicio del racionamiento de los productos alimenticios, aunque aparecen otras alternativas en la red popular de alimentación social.
Antes del Período Especial, la población cubana sobrepasaba los indicadores de consumo recomendados de energía y proteínas, no sufría de carencias alimentarias que se manifestaran en enfermedades crónicas visibles, aunque en los indicadores de salud aumentaban los índices de enfermedades no transmisibles. Durante ese Período la producción nacional de alimentos se redujo considerablemente, entre 20 y 50 %, así como la importación de alimentos. En términos nutricionales, por ejemplo, en 1993 la ingestión de energía per cápita disminuyó a 1863 kcal/día y las proteínas a 46 g/día, lo que significa una reducción de 63 y 59 %, respectivamente, con relación al cuadro de 1988. En situación similar se produjo un decrecimiento en la ingestión de grasas, vitamina A, vitaminas del complejo B, hierro, calcio y otros nutrientes [Figueroa et al., 2005Figueroa, V.; Lama, J.; Carrillo, O. (2005). Cómo alimentarnos mejor. La Habana, Cuba, Ed. Proyecto Comunitario Conservación de Alimentos. 252 pp. ISBN 959-7098-36-9. ].
Dada la evidente reducción de recursos alimentarios que se importaban, se inicia un fuerte movimiento en el país para el desarrollo de la Agroecología y la agricultura urbana y suburbana. Ello trajo consigo que investigadores, campesinos, agroecólogos, nutricionistas y personal vinculado a la rama agroalimentaria, comenzaron a valorar la amplia diversidad alimentaria del país, y se promocionara el consumo de algunas plantas consideradas como no convencionales. Múltiples iniciativas en torno a estos presupuestos cobraron auge, y por ende, el consumo de plantas saludables formó parte de toda una campaña para mejorar la condición alimentaria del pueblo cubano.
Se desarrollaron acciones como:
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Apertura del Mercado Libre Campesino.
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Surgimiento del movimiento agroecológico de campesino a campesino y el programa nacional de permacultura.
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Fomentar la creación de autoabastecimiento o huertos familiares, con el fin de satisfacer las necesidades de las zonas residenciales e instituciones públicas (huertos urbanos e periurbanos). Se fortalece el sistema productivo-extensionista Programa Nacional de Agricultura Urbana y Suburbana, que se desarrolla sobre bases agroecológicas [Casimiro Rodríguez et al., 2017Casimiro Rodríguez, L., Casimiro González, J.A. & Suárez Hernández, J. (2017). Resiliencia socioecológica de fincas familiares en Cuba. Matanzas, Cuba, Ed. Estación Experimental de Pastos y Forrajes Indio Hatuey. 254 pp. ISBN: 978-959-7138-29-7. ].
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Reducir las pérdidas poscosecha mediante la venta directa de productores a consumidores en las ciudades.
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Reforzar la política agraria mediante la descentralización de la propiedad y la gestión de la tierra y diversificación de la producción agrícola.
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Motivar a la población a participar en labores agrícolas.
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Incorporar los presupuestos de la educación nutricional en programas de desarrollo agrícola.
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Impartición del Curso Los vegetales y las frutas en la salud humana en el programa televisivo «Universidad para Todos», y publicación de Tabloides como materiales de base.
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Mayor impulso al Movimiento de Usuarios del Biogás en Cuba, por Cubasolar, como una forma de introducir las fuentes renovables de energía (FRE) en la producción de alimentos; mayor aplicación del secado solar y otras tecnologías FRE en la agricultura.
Otras acciones:
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Difusión del Catálogo Plantas silvestres comestibles, Minfar, 1987Colectivo de autores (1987). Plantas silvestres comestibles. La Habana, Cuba, Ed. Ministerio de las Fuerzas Armadas de Cuba. .
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Publicación del libro Construyendo con vegetales, 1988.
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Fundación del Eco-Restorán El Bambú en el Jardín Botánico Nacional (El primer restaurante ecológico de Cuba fue creado en 1992 en el Jardín Botánico Nacional. Promovió la amplia diversidad de plantas alimenticias en el país. Acciones como la creación de ciclos cerrados, uso de energías renovables, huertos organopónicos y productos locales ocurren por primera vez en este lugar. En este marco se realizaron tres eventos nacionales en 2001, 2002 y 2003 llamados «Talleres de Alimentos No Convencionales», con la particiapción de varias provincias del país.
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Fundación del Proyecto Comunitario Conservación de Alimentos, del municipio Marianao, con más de 40 publicaciones sobre el consumo de vegetales y frutas, y centenares de entrenamientos a promotores del Proyecto.
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Publicación del libro Cocina ecológica en CubaVázquez Gálvez, M. (2001). Cocina ecológica en Cuba. La Habana, Cuba, Ed. José Martí. 304 pp. ISBN 959-09-0207-3., de Madelaine Vázquez (tres ediciones, 35 000 ejemplares, 2001-2003).
En la actualidad se están produciendo grandes transformaciones en el campo cubano para acelerar los procesos de transición hacia una agricultura sostenible. Aun así, la agricultura familiar, a pesar de producir más de 75 % de los alimentos cubanos, en el 30 % de las tierras y con 20 % de los escasos recursos; parte de sus producciones se pierden. La mayoría de los cuales ni siquiera pueden beneficiarse o almacenarse porque carecen de los recursos necesarios para la transformación, el envasado o el almacenamiento [Casimiro, 2021Casimiro Rodríguez, L. (2021). Reflexiones sobre agricultura familiar y cadenas cortas de valor. Eco Solar No. 76, 2021. La Habana, Cuba, Ed. Cubasolar. ISSN-1028-6004.].
El movimiento agroecológico es clave dentro de este proceso. La aprobación por el Estado cubano, en junio de 2019, del Plan de Soberanía Alimentaria y Educación Nutricional (Plan SAN) también coadyuvará por su caracter integrador a mejorar los hábitos del comer y los resultados de la agricultura cubana. Las alianzas entre Slow Food Internacional, Slow Food Cuba y el Movimiento de Alimentación Sostenible (grupo de trabajo de Cubasolar), también aportan su granito de arena para el logro de nuestra soberanía alimentaria [Vázquez, 2019Vázquez Gálvez, M. (2019). «Basamentos de alimentación sostenible. Estudio de caso: Movimiento de Alimentación Sostenible de Cubasolar». En revista Eco Solar 68, abr.-jun., 2019. La Habana, Cuba, Ed. Cubasolar. ISSN-1028-6004.; Casimiro et al., 2021Casimiro Rodríguez, L. et al. (2021). «Metodología para la nominación de Fincas Slow en Cuba». Eco Solar No. 77, 2021. La Habana, Cuba, Ed. Cubasolar. ISSN-1028-6004.].
II. Materiales y métodos
⌅La flora cubana es la más rica en especies de los países antillanos. También tiene un alto porcentaje de especies que solo viven en nuestro territorio (endémicas, 51,3 %). Sin embargo, no se ha aprovechado todo el potencial alimentario cubano, con gran dependencia de las importaciones. Las frutas, hojas y verduras convencionales que la humanidad conoce, desde hace años se mantienen en el mercado. Es por ello que pretendemos con esta investigación ofrecer la posibilidad de utilizar, en condiciones adversas, otras plantas que han servido de alimento a nuestra población, como una fuente eficaz de supervivencia y mejor calidad de vida.
Para determinar los niveles de consumo o aceptación de plantas silvestres comestibles en diferentes grupos de edades, se analizaron 26 plantas (Anexo 1). Las plantas fueron seleccionadas a partir de criterios empíricos y por lo reflejado en la literatura disponible, cuya base nos permitió la catalogación de estas como «plantas comestibles no convencionales».
Se utilizó documentación estadística de una metodología cualitativa: las entrevistas. Se entrevistó a 16 personas. De estos 16, 13 fueron seleccionados para realizar un cuestionario (Entrevista a consumidor medio en Cuba). Estos 13 encuestados tuvieron que responder sobre el consumo individual de estas 26 plantas y otras preguntas pertinentes (Anexo 2).
Los tres restantes son expertos en el tema (Entrevista general). Ver Anexo 3.
III. Resultados y discusión
⌅La investigación se realizó a 16 ciudadanos cubanos, quienes vivieron durante todo el Período Especial en el país. Del total de encuestados, 6 eran hombres y 10 mujeres. También se valoró el rango de edades de los entrevistados, intencionando que fuera mayores de 40 años, pues tenían mayoría de edad en la etapa objeto de investigación (Cuadro 1, Fig. 1).
Rangos de edad | Cantidad de personas |
---|---|
40 - 50 | 2 |
51-60 | 10 |
61-70 | 3 |
Más de 80 | 1 |
Para entender las diversas tendencias alimentarias, se abordó el área de origen de los encuestados (Cuadro 2, Fig. 2).
Área de origen | Cantidad de personas |
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Rural | 3 |
Urbana | 13 |
Ello permitió valorar que la mayoría provenía del área urbana (81 %), lo que sin duda influye en la configuración de hábitos alimentarios. Se conoce que la población rural es más proclive al consumo de plantas locales [Vázquez y Casimiro, 2019Vázquez Gálvez, M. & Casimiro Rodríguez, L. (2019). «Cultura alimentaria en fincas familiares beneficiadas por el proyecto Biomás Fase III». En revista Eco Solar 67, ene.-mar., 2019. La Habana, Cuba, Ed. Cubasolar. ISSN-1028-6004.].
Los encuestados refieren algunos de los alimentos no convencionales consumidos durante el Período Especial, como: bistec de toronja, croquetas de frijoles rojos, fideos con frijoles, rebozado de berenjenas con tomate sobre yuca, panetela de pan viejo, mortadela de conejo, arroz microjet, croqueta de plátano verde, chicharrones de pollo, agua con azúcar prieta, cáscara de plátano hervida, croquetas de col, té y ensalada de hibisco y picadillo de cáscara de plátano verde. También refieren el uso del aceite de coco y la bija natural. Desde la antropología de la alimentación estos datos aportan elementos novedosos sobre la creatividad y resiliencia de la población en tiempos de escasez de alimentos.
Los resultados referidos al consumo de las 26 plantas se presentan en la Fig. 3, así como los porcentajes de mayor y menor consumo (Fig. 4).
En la Fig. 3 se puede aver que de las 26 plantas propuestas, alrededor de nueve: cebollino, culantro, cúrcuma, espinaca de Baracoa, espinaca de Malabar, frijol gandul, orégano de la tierra (francés), oreganito y tomate cimarrón todavía se consumen con alguna regularidad (aunque de manera diferenciada para cada una de estas plantas). Ello significa que es predominante el consumo regular y escaso (o nulo) de estas plantas comestibles no convencionales, en 74 % (Fig. 4).
Se analizó cuántas personas en la actualidad están cultivando al menos una de estas plantas, con lo cual se obtuvo que 12 personas las cultivan, mientras que solo cuatro no las cultivan. Con respecto al consumo de hojas de al menos una de estas plantas, 13 refieren que las han consumido, mientras que tres nunca lo han hecho. Las más consumidas fueron la hoja del boniato (Ipomoea batatas L.), la hoja de la remolacha (Beta vulgaris L.) y la hoja de la zanahoria (Daucus carota L.).
Las principales plantas mencionadas para agregar a sus menús actuales fueron: caisimón de anís, todos los ingredientes de pru, frijol caballero, frijol glandul, espinaca de Malabar, verdolaga y mastuerzo. Ello expresa que algunas variedades de estas plantas pudieran resultar atractivas para el consumidor común.
Cuando se analizan los niveles de consumo de estas plantas, se aprecian diversos factores socioculturales, históricos y económicos, los cuales fueron referidos por los expertos; se citan las apreciaciones más relevantes:
«En muchas ocasiones se desconoce la importancia de su producción y consumo, y en otras, la falta de semillas en el mercado local afecta su multiplicación. Además, no hay mucha cobertura mediática de sus ventajas y poca presencia en la cultura gastronómica de la familia tradicional cubana».
«La mayoría de estas plantas no forman parte de la cultura agroalimentaria del país. En general, existe un desconocimiento de su uso culinario y sus valores nutricionales. Por esta razón, estos alimentos no se cultivan y no hay acceso al mercado. En la actualidad, el consumo nacional solo se reduce a las plantas convencionales».
«Las plantas descritas son un ejemplo de la amplia diversidad vegetal de Cuba con fines alimentarios, que han sido marginadas por la agroindustria. Algunos de carácter endémico, como el chile guaguao, son prácticamente desconocidos. Son portadores de altos valores nutricionales, gustativos y medicinales, y su propagación es sencilla. Su consumo podría ampliar el espectro de hábitos alimentarios cubanos. También podrían incentivar el consumo local».
«El uso de estas plantas mejoraría la condimentación de los platos con ingredientes nacionales (orégano, cúrcuma, ají guaguao, etc.)».
«El aumento en el consumo de estas plantas elevaría la calidad de la pirámide alimenticia de la población cubana, sobre todo si se trata del consumo de minerales y vitaminas, sin mencionar la fibra dietética y en algunos casos, la proteína vegetal (frijol caballero, frijol gandul)».
«La baja demanda se debe a los patrones de consumo habituales de la población que no incluyen el consumo de estas plantas».
«Los patrones conservadores de consumo a su vez se deben a la insuficiente educación nutricional (como ejemplo, se puede notar la alta tasa de sobrepeso en la población cubana».
«El consumo de la mayoría de estas plantas es muy importante para fortalecer el sistema inmunológico. También pueden enriquecer la oferta culinaria por su capacidad para potenciar o modificar sabores e incluso colores en algunas preparaciones. Además, tienen usos medicinales y son un buen complemento de la medicina preventiva ».
«Hoy, la baja producción se debe a la poca demanda de estas plantas por parte de la población y los pocos beneficios económicos que representa su cultivo para los agricultores de los cultivos tradicionales».
En opinión de la autora el acto alimentario tiene un carácter multidimensional y las políticas a desarrollar debieran estar encaminadas a una mayor educación nutricional, en la que prevalezca el pensar lo que se come, como vía para una mayor salud personal y planetaria.
Reflexiones sobre las especificidades de consumo de las 26 plantas
⌅La población cubana históricamente consumía poco pescado, verduras y frutas, si lo comparamos con la ingesta de azúcar, grasas, arroz o productos refinados. Estos hábitos están arraigados desde la época colonial y neocolonial: las prácticas de la cultura alimentaria se heredan de generación en generación.
En la etapa que se analiza dichas plantas fueron objeto de mayor atención, se realizaron estudios y muchas de ellas se comenzaron a cultivar en los organopónicos.
Podemos decir que cada planta exhibe una historia diferente. Pero, en general, muchas se cultivaron más en centros de investigación especializados, mientras que otras eran más conocidas por su cultivo en muchas partes del país. Algunas ni siquiera necesitan mucha tierra.
Además, el mayor problema ha sido el notable desconocimiento de su consumo. En el caso de Cuba, las plantas convencionales de hojas verdes más consumidas son la lechuga (Lactuca sativa L.), y la acelga (Beta vulgaris var. Cicla); en ocasiones la berza (Brassica oleracea var. Viridis L.). Al decir de uno de los expertos entrevitados: «El consumo de verduras no es muy popular en nuestra cultura popular. La frase común que se suele decir es: ¡no como hierbas!».
De la investigación se pudo deducir que nueve han sido las plantas que reportan mayor consumo (Fig. 3). En el caso del cebollino (Cyperus esculentus; Cyperus rotundus) pudiera estar dado porque reemplaza a la cebolla y es asimilado dentro del espectro de sabores; proviene de la cocina china en el imaginario cubano. El culantro es un condimento típico de la parte oriental del país y se usa como saborizante de los frijoles negros. Similar situación presenta el orégano francés y el oreganito; ambos de facil cultivación, y de mayor arraigo dentro de los principios de la condimentación en Cuba. El escaso consumo de aji guaguao (Capsicum frutescens) pudiera justificarse por el desplazamiento del sabor picante por la cocina francesa en el siglo xx.
Por otra parte, la cúrcuma (Curcuma longa) ha sido recientemente redescubierta. Se utiliza como colorante para cocinar. De hecho, la cultura cubana es muy famosa por el uso de salsas rojo-anaranjadas en los platos, y la cúrcuma ayuda a esa preferencia alimentaria.
La espinaca de Baracoa (Talinum triangulare) y la espinaca de Malabar (Basella rubra), consideradas falsas espinacas, se propagan fácilmente en las casas. También formaron parte del programa de cultura urbana y suburbana cubana (década de los 90). Con los famosos organopónicos estos cultivos fueron más fáciles de difundir y, como resultado, se hicieron realmente conocidos.
Cuando se analiza un menor consumo en las plantas seleccionadas se aprecia que la causa fundamental radica en el desconocimiento de su uso comestible por parte de la población. Es el caso de trébol o vinagrillo (Oxalis spp) y el diente de león (Taraxacum officinale). Similar situación presenta la verdolaga (Portulaca oleracea), aunque es un poco más aceptada dado su origen africano.
El platanillo de Cuba (Piper spp) se considera como una flor y en el espectro de hábitos de la población las flores comestibles (hibiscus, flor del espino, caléndula, coliflor, etc.) no forman parte del menu criollo. Igual situación presenta la flor del espino (Yucca aloifolia).
Se sabe que el nopal o cactus (Opuntia ficus-indica) es comestible, pero no está incorporado al menú cubano, como es el caso de México. En el caso de esta planta, solo se utiliza con fines religiosos. Se considera un cultivo vulgar, tiene espinas lo que complejiza su manipulación y cuando se cocina libera un mucílago, al igual que el quimbombó, todo lo cual pudiera justificar su escaso o nulo consumo.
En nuestra opinión las plantas y frutas no convencionales por lo general crecen de forma natural y espontánea y aportan a nuestro organismo elementos nutricionales de alto valor nutricional, muchas de ellas con propiedades preventivas y curativas que, en su mayor parte, aún están por descubrir. Vale destacar que las plantas silvestres tienen más vitalidad y mejor calidad biológica, además de tener una mejor capacidad de adaptación al medio que las plantas cultivadas. Esta cualidad de la que disfrutan los vegetales es que se adaptan a las condiciones especiales y ambientales del hábitat donde crecen. Las plantas y otros alimentos autóctonos nos protegen de muchas influencias negativas debilitantes (bacterias patógenas, radiación y contaminación ambiental, etc.)
Especialmente las plantas silvestres y también las cultivadas orgánicamente, además de una mejor calidad nutricional y terapéutica, conservan una huella energética de cada especie (esta es su radiación específica, que poseen todos los seres vivos). Esta radiación especial no se destruye, incluso después de que la comida ha sido cocinada, y es más alta y de mejor calidad cuanto más salvaje y menos manipulada está la planta.
Estas 26 plantas son solo un ejemplo de la amplia gama de plantas no convencionales más populares consumidas durante el Período Especial. Hubo otras como la chaya (Jatropha urens) y la cucaracha de Jardín, Americana (Setcreasea purpurea) que fueron aceptadas por muchas personas durante este Período.
Gracias a esta pequeña muestra pudimos apreciar diferentes etapas del consumo de alimentos cubanos, que sin duda marcan un antes y un después en nuestras vidas. Hoy en día, la mayoría de los jóvenes no conocen la mayoría de estas plantas. No vivieron el Período Especial y su familia tampoco mantuvieron después estos comportamientos de consumo.
Hoy Cuba enfrenta nuevamente momentos difíciles con la pandemia Covid-19 y la consecuente escasez de alimentos en el mercado. Puede ser un buen momento para promover la educación alimentaria adecuada que requiere todo hombre, mujer y niño del país de Cuba, y que conozcan la utilidad de la flora que los rodea. De esta forma pueden obtener los mayores beneficios del mismo, sin olvidar el cuidado e importancia de su conservación.
El fomento para el cultivo y consumo de estas y otras plantas, puede contribuir a una alimentación equilibrada en las personas, al mantenimiento de su sistema inmunológico y resiliencia ante virus y crisis sanitarias, lo cual es otro de los elementos importantes a analizar y valorar en futuros estudios.
IV. Conclusiones
⌅Se considera que luego del Período Especial ha habido una notable disminución en el consumo de plantas comestibles no convencionales en Cuba,. Ampliar la muestra pudiera corroborar esta afirmación.
Las plantas comestibles no convencionales han constituido la base de la supervivencia humana y han garantizado una larga vida en la especie humana y el planeta. Especialmente en nuestro país, muchas de ellas contribuyen a una mayor disponibilidad de alimentos, la diversificación de la agricultura, la generación de ingresos y el alivio de la desnutrición.
En cuanto a la alimentación, los hábitos se han delineado bajo la influencia de la amplia gama de grupos de inmigrantes que formaron paulatinamente la nación cubana. Por eso la forma de comer no siempre ha sido acorde con el clima y los recursos propios del suelo.
En junio de 2020, el Consejo de Ministros de Cuba aprobó el Plan de Seguridad, Soberanía Alimentaria y Educación Nutricional (Plan SAN), que configura una plataforma de amplio expectro en la que las plantas comestibles no convencionales pueden enriquecer su aplicación.
Las plantas alimenticias no convencionales representan una opción de consumo en la pequeña y mediana escalas, para asegurarlos consumos locales y la biodiversidad.
Promover las acciones del Movimiento de Alimentación Sostenible y Slow Food en Cuba referidas a la educación agroalimentaria: preferir el consumo de bedidas naturales (Prú oriental, jugos verdes); evitar el consumo de refrescos industriales y bebidas artificiales; desarrollar diversas actividades de educación nutricional; realizar cursos de formación para familias campesinas; promover campañas para sensibilizar a productores y consumidores; seguir trabajando en el Arca del Gusto de Cuba; fortalecer el movimiento de Fincas Slow en el país, entre otras.
Recomendaciones
⌅Continuar ampliando la muestra para una mayor aproximación a la pertinencia del consumo de plantas comestibles no convencionales en Cuba.